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2. La previa


En esta aventura participaron Fede, Gilbert, Inma, Kiko, Marisa y Marifé.

Ya hacía tiempo que rondaba en la cabeza de los miembros del grupo el disfrutar de un pequeño viaje por alguna ciudad más o menos cercana y hacer un poco de turismo de gafas de sol y cámara de fotos..


Como destino se barajaba Lisboa o alguna capital española pero los nuestros estaban indecisos. No acababan de decidirse por ninguna. Se habló de varias ciudades pero ninguna en concreto.


Todo estaba como en una nube hasta que, de repente, un 19 de junio, Inma, que es una máquina en los temas de las compras y reservas por internet, envió por whatsapp un mensaje al grupo:


“Atención urgenteeee. He mirado el viaje a Bilbao q comentamos del 11 al 15 de agosto. Necesito datos para sacar el vuelo yaaaaa.”


Casi hubo pleno, sólo Sarina y Guillermo no pudieron apuntarse. El resto dio rápidamente su nombre completo y DNI y con eso Inma hizo las gestiones para el hotel y el vuelo. Todo en un pispás. En pocos minutos había reserva en firme.


Para evitar problemas con las personas coquetas, y como Inma está en todo, en los billetes del avión se incluyó una maleta para facturar por pareja. Hasta 15 kilos podría pesar. A todos y todas les pareció bien y pensaron (a alguien un poco menos) que con esto sería suficiente para cuatro días en Bilbao. Al final las tres maletas de las tres parejas cumplieron con el objetivo. Algunas llegaron a los 10 kilos largos y otras a los 15 kilos cortos.


En las siguientes semanas Inma iba anunciando novedades. Ya se tenían las entradas para visitar San Juan de Gaztelugatxe, las del Guggenheim, las de un crucerito por la ría, también reservado un free tour y por fin el coche, que se resistió un poco más. 


El viaje incluía un día en coche por los alrededores de Bilbao. Al ser seis turistas, no todos cabían en un coche convencional, pero no había ofertas para coches de seis plazas. Era más barato alquilar dos coches de cinco que uno de seis. Pero al final Inma no defraudó. Tardó unos días en buscar y rebuscar hasta que consiguió un coche de seis plazas a un precio de superoferta.


El viaje se acabó de organizar en una reunión previa donde se decidió lo que se haría y se comprobaron y ajustaron las actividades a realizar. Estaba tan organizado que Inma hizo una guía con todo lo que había que ver, visitar, caminar, fotografiar y, por supuesto, comer y beber. Al final quedó una agenda que, sin estar muy cargada, no se perdía el tiempo con descansos no programados.


Eran cuatro noches de hotel con tres días completos llenos de cosas a hacer. Por supuesto todo adaptado a las características de nuestros turistas.


En los días anteriores a la salida hubo cierta tensión por culpa de la meteorología. Daban lluvia pero el tema no estaba del todo claro. Unos días ponía en internet que la probabilidad de agua era del 80% y otros del 40%. Conforme avanzaban los días las incógnitas se fueron despejando y al final el riesgo de lluvia se centró solo en un día, con el resto algo nublado. Bilbao no sería Bilbao sin algo de lluvia y cielo gris. Es el impuesto que hay que pagar por verlo todo verde. 


En cuanto al frío, las máximas se preveían altas y las mínimas soportables en manga corta. Como había restricciones en el volumen de las maletas a transportar en el avión, ya venía bien el no tener que llevar ropa de abrigo, aunque el chubasquero si que parecía necesario.


El día anterior a la salida la moral estaba alta y las maletas hechas. Las tres parejas pasaron sus maletas por la báscula de casa para evitar sorpresas en el aeropuerto. Marisa y Kiko ligeritos, Inma y Fede, peso medio. Y Marifé y Gilbert pesos pesados pero dentro de los límites. Por cierto, Marifé, que tiene cierto “respeto” a volar, ya se encontraba en periodo de concentración.